Syd Barrett passes away, aged 60. RIP

Los cables de ayer rebotaron la noticia como una espada: ha muerto Syd Barrett. Pero el deceso de quien fuera el cerebro inicial de Pink Floyd llevaba varios días oculto en la privacidad. También es secreto el porqué de su muerte, y ya entra en el campo de las especulaciones si fue por causa de una complicación de la diabetes que lo aquejaba o por una sobredosis de drogas, quién sabe. La única certeza es que murió descansando, en casa, a los 60 años. Y que sus funerales serán privados.

El aura de Syd Barrett era pendular entre la genialidad y la locura. Lo blanco y lo negro. Ninguno de los extremos se tragó el otro, por más que en sus últimos 30 años transitara en la oscuridad; una cabeza como aquella solo necesitó de tres años --su tiempo en Pink Floyd, entre 1965 y 1968-- para estampar la eternidad de una música (psicodélica, ácida, caleidoscópica) en la historia del rock.

Sus continuos cambios de realidad, bajo los efectos del LSD, traducidos luego a indescifrables laberintos mentales (se ha hablado de esquizofrenia y autismo), propiciaron su anticipada salida del grupo: fue sustituido por David Gilmour.

Barrett, voz y guitarra, dejó en Pink Floyd un álbum completo, "The Piper at the Gates of Dawn" (1967), una canción --"Jugband Blues-- de su pluma loca en el siguiente disco, "A Saucerful of Secrets" (1968), y un cúmulo de 'singles' como "Arnold Layne", "See Emily Play" o "Apples and Oranges". Material breve pero tan fuerte que, para muchos, Pink Floyd se divide en un antes y un después de Barrett.

el último resplandor

Dos elepés como solista, "The Madcap Laughs" y "Barrett", ambos lanzados en 1970, y una recopilación de versiones alternas y material perdido, "Opel" (1989), son los espejos más ceñidos a su enmarañado estado mental. Barrett arrastraba con una voz tortuosa los últimos hálitos de genialidad, unidos al cordón de una cabeza colgada de la niebla y la oscuridad.

Una canción, la claustrofóbica "Dark Globe", por ejemplo, es considerada la narración de un esquizofrénico en primera persona. En 1975 sus ex compañeros de Pink Floyd le dedicaron la canción "Shine On You Crazy Diamond", incluido en el álbum "Wish You Were Here", con justicia un gran homenaje, un gran tema.

No hay mucho que decir de ahí en adelante. Barrett se replegó en sus cuatro paredes, al lado de su madre hasta que esta murió, y, según trascendidos, se dedicó domésticamente a la pintura y a la literatura. Sigue brillando, diamante loco.